Calentando motores para la campaña, dos incidentes muestran la preferencia de algunos sectores por las cloacas. Antes que en el debate político, se procura obtener ventaja del morbo. 

El hecho de que el femicidio de Elba Ibáñez haya sido perpetrado por un funcionario de la municipalidad de Fiambalá, Lorenzo Antonio “Tito” Quiroga, disparó operativos de toda índole para tratar de embadurnar a la intendente peronista Roxana Paulón, a quien se le requieren explicaciones que no puede en principio dar, sencillamente porque no es la madre, tutora ni encargada del acusado, por muy funcionario de ella que haya sido.

No hay constancias de que la jefa comunal intentara encubrir a Quiroga o abogado por él, ni de que supiera que era el responsable del homicidio. Si algo de esto ocurrió, será tarea de la Justicia determinarlo, aunque tampoco ha trascendido que los investigadores manejen tales hipótesis. 

El otro episodio involucra al diputado provincial del radicalismo Víctor “Gato” Luna, que fue denunciado por su ex esposa luego de que Oscar Guerrero, miembro de la familia propietaria del boliche “La Casona”, en el que se realizó un controvertido show de strippers, le enjaretara en declaraciones radiales idénticas conductas a las planteadas por la mujer en tribunales. 
Obviamente, si Luna delinquió, ha de purgar sus culpas como cualquier hijo de vecino. Sin embargo, llama la atención la secuencia. Que la denuncia penal se presentara después de las manifestaciones de Guerrero ¿Es una casualidad o hay una relación causal entre ambos actos? Vaya a saberse, pero, otra vez, es la Justicia la que debe determinarlo.
Si de remontarse a causas se trata, habría que incluir en la cadena causal el eslabón original: la denuncia que los diputados de la oposición, entre los que está Luna, presentaron en contra de los propietarios de La Casona y los responsables de la Municipalidad de Fray Mamerto Esquiú por el espectáculo de los stripper.

Así como en Fiambalá sectores adversarios de Paulón se encargan de viralizar por las redes sociales cuanta versión le atribuya alguna incidencia en el homicidio de Ibáñez, los antagonistas del FCS-Cambiemos están muy activos en el panfleteo de la denuncia contra Luna. Iguales cargas no pesan, dicen; con las miserias debe pasar lo mismo.
En cualquier caso, esto de empezar a mezclar casos policiales con la política electoral para desacreditar oponentes es muy peligroso.
Del mismo modo, en su momento se cuestionó en este mismo espacio las intentonas por aprovechar políticamente las manifestaciones de dolor y el reclamo de justicia por los femicidios, ocurridas precisamente en Fiambalá y Fray Mamerto Esquiú en aquel negro fin de semana de las tres muertas en tres días. 

La oficina de prensa de Paulón, que ahora padece los ataques arteros de quienes pretenden arrastrarla a la causa por el asesinato de Elba Ibáñez, difundió una foto de la intendenta en la marcha fiambalense.

En Fray Mamerto Esquiú fueron ostensibles los esfuerzos de personas vinculadas con el intendente Guillermo Ferreyra para copar la manifestación por el femicidio de Georgina Avellaneda.

Por supuesto que no es cuestionable que referentes políticos, mandatarios o funcionarios se solidaricen con el dolor de los deudos y el pueblo. Lo reprochable es la ostentación de esta solidaridad para consumo del electorado. 

La nobleza se empaña cuando el noble empecina en hacerlas evidente, del mismo modo que el ímpetu justiciero pierde credibilidad cuando se activa de modo selectivo en coincidencia con intereses electorales.