Fiambalá, que en la lengua de los pueblos originarios significa “agua que penetra en la montaña”, es una pequeña localidad ubicada a escasos kilómetros de la ciudad de Tinogasta. Además de su benigno microclima y su calidez, posee un condimento único que la hace ideal para visitar: sus termas.
Allí, en piletas naturales que bajan de la montaña, el agua oscila entre temperaturas que van de los 38º C hasta los 70º C y sus propiedades minerales las hacen altamente recomendadas por su poder curativo y medicinal.
Hoy, la cura termal es uno de los métodos más elegidos por medicinas tradicionales y alternativas para solucionar problemas respiratorios, digestivos, circulatorios, reumáticos y de piel, ya que el agua fue y será siempre un sinónimo de salud.
Por ello, el lugar es recomendado por la mayoría de los médicos de Catamarca y la región, y esto se ha vuelto popular en los últimos años, ya que no solo las generaciones mayores se han acercado a las termas de Fiambalá, sino también los más jóvenes, que buscan en sus aguas cálidas relajarse y olvidarse del stress que generan las grandes ciudades.
Una vuelta por Fiambalá
Pero además del atractivo de las termas, la pequeña ciudad de Fiambalá cuenta con determinados atributos que hacen que la estadía se vuelva más que placentera.
La zona, que fue bautizada por sus primeros aborígenes como Pianwallá, hoy tiene una población estable de casi 3.000 habitantes, que se encuentran distribuidos a lo largo del pueblo y a ambos lados de la carretera que la comunica con Tinogasta.